martes, 3 de enero de 2017

GR4 Etapa 4 (17-12-2016)


GR4 Etapa 4 (17-12-2016)
Borredà – Sagàs.

Hoy me voy a tomar la libertad de empezar por el final y dedicar unas líneas de agradecimiento a los responsables de que este Panchovillesco ejército, conocido como GRManía, funcione a las mil maravillas. Sirva, por tanto, esta crónica, para homenajear a todas y todos aquellos GRManos que desinteresadamente dedican parte de su preciado tiempo a la organización de los diferentes eventos del grupo tales como: La elección de los recorridos y la preparación de las etapas; la adaptación y puesta en común de los Tracks para nuestros denostados GPS’s; la contratación de autocar; la convocatoria para apuntarse a las etapas; la búsqueda de Bares que nos permitan apalancarnos en sus locales para beber de lo suyo y comer de lo nuestro; las arduas negociaciones con los tacaños propietarios de los Restaurantes parar escoger menús que den conformidad al bolsillo y al gusto de los hambrientos; a lucha sin cuartel para que los despistados anoten los platos de su preferencia; la provisión, el reparto y el cobro de la esquiva lotería de Navidad; la reserva y el sufragio de la salvadora luminteta; el encargo, abono y custodia de la “Panera”; la liquidación de los gastos, viajes y extras, y el mantenimiento, al día, de la contabilidad  de la “empresa; la sesuda y acertada elaboración de discursos y abecedarios, las atinadas, sentidas e insuperables rimas de nuestro versado trovador, la adaptación de canciones, y demás actos de cultivo mental; la elección y el encargo de los obsequios de temporada; el montaje de audiovisuales para recordar y amenizar los eventos; la plasmación de los variados y múltiples aconteceres camineros con las cámaras de nuestros inigualables reporteros y las avezadas plumas de los hirientes escribanos; los trabajos, en la sombra, de aportar ideas, comprar, reprografía, adecentar, coordinar, y demás menesteres necesarios para todas y cada una de las actuaciones del grupo; la de que no nos falte el vino;  y la de aquellos otros necesarios actos que mi desmemoriada y embotada mente es ya incapaz de recordar… ¡Gracias a todos/as!

¡Repartido el jabón, vayamos al grano!

Existe un dicho anónimo que afirma que quienes viajamos lo vivimos 3 veces: cuando lo soñamos, cuando lo realizamos, y cuando lo recordamos”, y tal postulado podríamos aplicarlo, sin ningún género de dudas, a lo que nos espera en la etapa de hoy. Son tantos los días dedicados a la preparación de la jornada festiva que cerrará el año natural, y en la cual homenajearemos a nuestro jefe y fundador Don José Hervás, que la mayoría de nosotros, cuando llegue la hora de la verdad, tendremos la sensación de que ya hemos pasado por ese trance, lo viviremos con la responsabilidad de que todo salga perfectamente, y nos quedará para el recuerdo el desarrollo de los acontecimientos.

Después de casi un mes de preparativos en la sombra y a escondidas del fundador (¡y  no me refiero al coñac!), hoy por fin llega el gran día: Fin de año, comilona y fiesta en honor a nuestro Comandante en jefe: Pepe, Alias Don José. Alguno o alguna podrían pensar que muchos y muchas GRamanos alcanzaron el retiro antes que él y a ninguno se le hizo una fiesta de tamaña envergadura, de lo que se deduce que no es una fiesta por su jubilación, sino un reconocimiento a su persona por el empeño en crear, mantener y mejorar la historia de GRManía.

Como pájaro del mal agüero, la caprichosa jornada sabatina amanece lluviosa por tierras de Egara y ello nos obliga a los más previsores caminantes a acarrear con bolsas de recambio por si el aguacero cala nuestros avejentados huesos.

Durante los primeros kilómetros de avanzar en dirección al norte por la oscura autopista una fina lluvia se estampa contra la luna delantera de nuestro atestado autocar. Sin embargo, a medida que nos alejamos del Vallés Occidental y nos adentrarnos en la comarca del Bages la llovizna comienza a remitir y, mientras clarea el alba, el azul cielo va sustituyendo a los nubarrones en el horizonte. ¡Una jornada como ésta bien merece un tiempo acorde a la celebración!

Cumpliendo con su promesa de invitar a los caminantes a un bocata de jamón para el desayuno, Pepe y sus ayudantes distribuyen los emparedados mientras avanzamos por la autopista. De nada sirven nuestras lastimeras quejas para que el Comandante acarree con el alimento durante los primeros kilómetros del recorrido (hasta alcanzar el lugar del desayuno) y allí haga la ceremonia oficial de entrega del presente. ¡Nada… a cargar nosotros con el peso! ¡Qué remedio!

Al fondo, sin miedo a perturbar el sueño de aquellos que prefieren descansar, los voceros de siempre vamos conversando sobre la proximidad del solsticio de invierno. Y como la cuestión es porfiar, discutimos sobre el tema como verdaderos expertos en el tema. ¡Convencidos, todos, de ser los garantes de la verdad!

Recién sobrepasada la “Patúnica” Berga, abandonamos la autovía C-16, atravesamos el Pantano de La Baells y tras un largo trecho por la solitaria y serpenteante C-26 alcanzamos el punto de partida: Borredà.

Los Dioses de la meteorología parecen haberse apiadado de nosotros y, por la zona, el día amanece despejado y benévolo. ¡Fuera bolsas de recambio!

Una vez acicalados para la ocasión, el pelotón se pone en marcha, descendiendo a ritmos bien diferentes, como no podía ser de otra forma, por las afueras de Borredà hasta alcanzar la Riera de Mergançol, la cual cruzamos por un puente cargado en años. A pesar de que apenas llevamos unos seiscientos metros de recorrido allí se produce la primera reagrupación de la jornada pues el objetivo del día ¡ilusos! es transitar en grupo la mayor parte de la etapa. De nada servirá llegar el primero si el autocar deberá esperar al último para dirigirnos al Restaurante.

Salvado el escuálido cauce de la riera emprendemos una subida de un par de kilómetros por una empinada cuesta, alguno de cuyos tramos está adecentado como si fuera un escalera urbana, hasta alcanzar un solitario Santuario que ninguno se digna a visitar. ¡Todos viajamos con la mochila vacía de culpas!

Transcurrida una hora de caminata alcanzamos la cota de la jornada. Allí nos   reagruparnos nuevamente y permanecemos a la espera de uno de los miembros de GRManía que ha padecido una indisposición transitoria, y se ha visto obligado a aminorar el ritmo de su marcha, y de nuestro particular coche escoba (Pepe) que se ha mantenido al lado de la indispuesta, dándole ánimos y acompasando sus pasos a los de ésta en los últimos metros de ascenso a los cielos.
Mientras ascendíamos, las nubes han vuelto a cubrir el horizonte y la humedad y el frío hacen mella en los caminantes que se mantienen estacionadoss. Sobre todo en aquellos osados que se han despojado de la empapada ropa de abrigo para permitir una mejor transpiración tras el esfuerzo de la subida.

Luego de un buen rato varados en un recodo del camino, chismorreando sobre la sorpresa que le vamos a dar a nuestro jefe supremo, a algunos la espera se les hace demasiado tediosa, y al conocer que la indispuesta y el guía se encuentran a punto de alcanzar a los anclados, y en condiciones de continuar con la marcha, se ponen de nuevo danza por una senda que discurre entre las estribaciones de la Serra de Picancel, a nuestra derecha, y la Riera de Merlés, a nuestra izquierda.

A medida que discurre la mañana el sol vuelve a ganar el duelo a los nubarrones, y tras una ardua búsqueda, el GRMano Señor Vitoria localiza una pedregosa explanada donde detenernos y proceder a dar buena cuenta del bocata jamonero que con cariño y esmero nos han preparado el Comandante y la enfermera.

Sabiendo que será el último mohicano en aparecer por el improvisado comedor, le aguardamos a escondidas, sentados y parapetados tras las letrillas de una alocada canción, para darle el primer homenaje de la mañana. La desentonada tonadilla, interpretada a múltiples voces sin coordinar, emociona al sorprendido caminante. Deducimos que por lo inesperado del detalle, pues la calidad musical del concierto es tan patética que más bien invita a derramar lágrimas de pena.

El momento del desayuno se convierte en un instante de dicha y disfrute general. Mientras engullimos el pernil, el tibio sol invernal reconforta al personal, corre el vino a raudales, se agudiza el sentido del humor, se desatan las risas, la alegría impregna el ambiente, y para postre, nuestros estómagos agradecidos se zampan, en un abrir y cerrar de ojos, los bombones que Pili ha traído para celebrar su reciente jubilación. ¡Otra más al redil de los no laboriosos! ¡Pronto habrá que hacer una fiesta al GRMano que trabaje! ¡Negro futuro el de este país!

Ingerido el desayuno nos ponemos en danza y avanzamos por un inclinado, estrecho y pedregoso canal dispuestos a salvar los muchos kilómetros de la etapa que aún nos quedan por recorrer. El ritmo de la marcha es tan parsimonioso y decadente que suerte que estos muchos kilómetros del día de hoy son pocos, pues de lo contrario alcanzaríamos la meta y comeríamos a la hora de cenar.

Un apretón mañanero me obliga a hacer una parada a escondidas entre el follaje y cuando emerjo de entre las punzantes ramas me percato de que transito en el pelotón de los rezagados. Allí viajan también: Rosa G, José C, Alexei, Pili, Fina G, Sonsoles, Ginés, José A. y el recolector oficial de GRManía, Don Pepe.

Una vez finalizado el descenso alcanzamos la planicie y nos topamos de bruces con una montaña en cuya cima se sitúa el Santuari de la Mare de Déu de la Quar, el cual, y fieles a nuestra sana costumbre, pasamos de largo sin visitar.

Los del furgón de cola avanzamos juntos hasta alcanzar el Hostal Sant Maurici (La Quar) y las edificaciones del lugar, y allí descabalgan definitivamente: Rosa G, José C, Alexei, Pili y Fina G en espera del benigno autocar. ¡Ni un paso más!
Los demás continuamos carreta abajo tras los pasos de nuestros compañeros de avanzadilla hasta alcanzar Sagás. Allí, aparcado junto a la carretera, se halla el autocar dispuesto a recoger a los que no deseen continuar hasta el final.

Como la hora aun lo permite decido continuar en solitario hasta el final, la Roca: Me lanzo, así, por el Valle del Lluçanés toda pastilla en un intento ¿baldío? de dar alcance a mis compañeros de aventuras. El ritmo que impongo a mi marcha es tan frenético que  al instante comienzo a sudar como un pollo encerrado en una sauna. En una de las intersecciones del camino me detengo y tras comprobar los datos de mi GPs me percato de que hay un sendero, fuera pista, que conduce al punto de destino evitándome dar un buen rodeo. No sin cierto temor a meter la pata y extraviarme me lanzo a toda pastilla hacía el objetivo final. A la salida de una curva del camino observo con inusitado placer la idoneidad de actuación. Mi alocado proceder me ha permitido no solo recortar la ventaja de mis compañeros, sino adelantar a un buen número de ellos, los cuales no acaban de entender a qué milagro se debe la aparición repentina de aquel caminante sin rumbo.

Concluida la etapa festiva sin percance alguno nos acomodamos en el autocar para dirigirnos al Restaurante  "Cal Quico" de Parts de Lluçanés. En el trayecto, algunos de los higienizados de atrás nos deprendemos de nuestras apestosas y zorrunas prendas de caminar y ¡torso al aire! las sustituimos por otras limpias y perfumadas. ¡No es cuestión de dar el cante a la hora de comer! ¡Finos y aseados que somos!

Al poco de adentrarnos en el Restaurante y asearnos un poquito en el servicio del establecimiento, nos distribuimos en las mesas por afinidades y poco después comienza el Mercadillo Persa típico de la Fiestas Navideñas que se avecinan: La habitual venta de la lotería, el abono de la Lumineta, el reparto de diversas participaciones, el desembolso de los gastos de la jornada festiva…. En definitiva, que movemos más dinero nosotros en esta jornada del que desgraciadamente los corruptos mandatarios que nos desgobiernan, roban, espolian y saquean han dejado en nuestra esquilmada hucha de la Pensiones. ¡Malditos miserables!

Gracias al acierto y al buen negociar de Maribel, la comida es todo un manjar y, con nuestra voracidad habitual, damos buena cuenta, sin rechistar, de todas y cada una de las viandas que van apareciendo encima de nuestros platos.

El acto festivo en homenaje a nuestro loado comandante parece todo un éxito, o al menos aparentemente ¡eso creemos! parece ser que hemos conseguimos tocar la fibra sentimental de nuestro querido fundador. ¡Larga vida a Don Pepe!

Fantástico el singular discurso de apertura de Rosa Gil resumiendo los principios y fundamentos de GRManía mediante un genuino y apropiado abecedario, aderezado  todo ello con una insuperable, sentida y genial la puesta en escena.

Magnífica la composición rimada de nuestro ausente maestro en versos D. Pedro Puerma, leída con respeto, devoción, sentimiento y perfecta entonación por parte de otro de nuestros sabios maestros en letras, D. Evaristo González.


Emotivo el montaje audiovisual elaborado por uno de nuestros geniales reporteros de cámara D. Antonio Gil;  y divertida, aunque estruendosa y desacompasada, ¡perdónenme ustedes! Jajaja… la interpretación musical de la canción adaptada por un servidor para loar las andanzas del compañero.

Acertado, práctico y servicial el regalo escogido y encargado por los miembros del comité festivo para obsequiar a los componentes de la juerguista compañía.  

Finalmente, y con cierto pesar, un sentido recuerdo para todos aquellos amigos y veteranos GRManos a quienes las circunstancias personales no les permitieron participar de la celebración. Unos por imposibilidad física y otros por imposibilidad material sabed que a todos se os echó de menos.

¡Felices Fiestas compañeros!


Restaurant "Cal Quico" (Prats de Lluçanès)
Serrat de Contacorbs
08513 Prats de Lluçanès
Barcelona
Tel.:        93 850 81 25
Mòbil:     699 922 742


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Prats de Lluçanès
Sábado, 17 de diciembre 2016.